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Carol Bowman, la terapeuta que con regresiones demostró que existen vidas pasadas
Esta especialista estadounidense afirmó que las regresiones demuestran la existencia de un "alma" que sobrevive al morir el cuerpo.
Héctor Fuentes
Carol Bowman es una experimentada terapeuta, escritora, consejera profesional y conferenciante que ha ganado una gran fama en Estados Unidos (ha aparecido, de hecho, en programas como el "Show de Oprah" y "Good morning América") gracias a sus exhaustivos estudios sobre la reencarnación, en especial los casos relacionados con niños pequeños. Y sus dos primeros libros, "Children's Past Lives"("Las vidas pasadas de los niños", 1997) y "Return from Heaven" ("Regreso desde el cielo", 2001), sobre la reencarnación, se convirtieron en auténticos best seller, siendo publicados en más de 16 idiomas.
Bowman, una profesional de 65 años que ha trabajado con adultos y niños como terapeuta de vidas pasadas durante más de veinte años, explicó que su interés sobre el tema comenzó cuando tenía 35 años, cuando sufrió una grave enfermedad. "Durante la mayor parte de mi vida adulta tuve alergias crónicas y enfermedades pulmonares. A esa edad me enfermé seriamente y sufrí asma y pleuresía. Durante una de esas crisis tuve la visión del velorio de un hombre de 35 años que se estaba muriendo de tuberculosis en su cama. Esa visión apareció como una película de poca duración que avanzaba hasta llegar al funeral. Lo increíble es que veía a través de los ojos de este hombre, oía a través de sus oídos, sentía el amor que henchía su corazón y sabía lo que él pensaba. Más sorprendente aún, podía cambiar mi perspectiva fácilmente, de observador a personaje, o bien podía ubicarme en ambos lados al mismo tiempo. Podía saltar de mi cuerpo y observarme desde cualquier ángulo de la habitación. En este estado alterado, tenía una omnisciencia surrealista. Tenía acceso a todo lo que este hombre sabía, entendía y recordaba, y además gozaba de un panorama más amplio, una comprensión de los patrones que regían su vida más allá de lo que él mismo sabía. En ese momento me pregunté si lo que estaba viendo no sería un recuerdo de mi vida pasada y si no estaría destinada a morir prematuramente, como él. Me preguntaba si no estaría repitiendo un modelo de mi vida pasada. Ese pensamiento me inquietó, pero no sabía qué hacer con esa información. Poco después de tener esa visión, un amigo escuchó hablar sobre Norman Inge, un famoso terapeuta de vidas pasadas que estaba de paso por la ciudad donde yo vivía. Sin saber exactamente qué era una regresión a vidas pasadas, concerté de inmediato una entrevista con él, esperanzada en que me ayudase a comprender mi visión. En la primera sesión recordé dos vidas, durante las cuales había fallecido por lesiones en los pulmones: una de ellas, la muerte por tuberculosis del siglo XIX, que había visto previamente en aquella visión durante la crisis asmática y la otra, como una joven madre que moría en la cámara de gas durante la Segunda Guerra Mundial".
Bowman agrega que "esas vidas no fueron una sorpresa para mí, ya que las había percibido en algún nivel de conciencia, por medio de emociones e impresiones pasajeras desde mi infancia. Sin embargo, los resultados de la regresión fueron extraordinarios. Mis síntomas físicos desaparecieron. También comencé a entender cómo poder hurgar algunos aspectos de mi personalidad actual en aquellas dos vidas. Yo estaba tan intrigada por lo que me había sucedido que me decidí a aprender cómo realizar regresiones en otros. Busqué entrenarme en terapia de vidas pasadas con algunos de los precursores en ese campo y cursé la carrera en la universidad para obtener el título de consejero. Ninguna otra cosa, hasta ese momento, había atraído tan profundamente mi interés".
Un año después de su curación, Chase, uno de los hijos de Carol Bowman, comenzó a experimentar un episodio de exagerado miedo hacia los fuegos artificiales del 4 de Julio. Y el problema, lejos de remitir, comenzó a agravarse. Aprovechando una visita del terapeuta que la había curado, Carol le pidió que le realizara una hipnosis. El niño, rápidamente, incluso sin hipnosis previa, comenzó a recordar una vida en que había sido un soldado y estaba en una batalla rodeado de fuertes ruidos, gritos y estruendos. De hecho, relató que había recibido un disparo en la muñeca, en el preciso lugar donde en su vida actual tenía un eczema desde que era bebé, que le molestaba hasta el punto de que había que vendárselo para que no sangrara al rascarse. A los pocos días de la regresión el eczema desapareció, así como su miedo a los ruidos fuertes".
Su hija Sarah, por su parte, había desarrollado un miedo exagerado a los incendios, hasta el punto de guardar una maleta bajo su caja con sus muñecas y vestidos para escapar rápidamente de allí por si se producía un siniestro. Animada por la regresión de su hermano, Sarah le pidió al mismo terapeuta Norman Inge que hiciera lo mismo con a ella. Rápidamente comenzó a describir a una niña, su familia y su entorno. En un momento determinado, en su vida pasada, despertó y vio que su casa comenzó a arder. Finalmente, no pudo escapar al incendio y murió calcinada. Sarah relató entonces como flotaba, ya sin dolor, contemplando a su familia en el jardín llorando impotentes ante el incendio. Una vez acabada la hipnosis, Sarah vinculó inmediatamente su vida pasada con la actual, comprendiendo de donde venían sus principales miedos. Y estos, al igual que había pasado con su madre y su hermano, desaparecieron.
Carol Bowman, después de más de dos décadas trabajando con miles de pacientes, concluyó que la reencarnación era un fenómeno real y que las regresiones, aparte de aparentemente demostrar la existencia de vidas pasadas, y por lo tanto la existencia de un "alma" que sobrevive al morir el cuerpo (y que guarda toda nuestra memoria de todas nuestras vidas) tenían un beneficio añadido: curar traumas y problemas físicos que la medicina convencional no conseguía curar, además de aprender lecciones de vida que podíamos largos años intentando aprender. "Los beneficios terapéuticos de la regresión a vidas pasadas tiene un doble propósito: la liberación de la energía y emociones del trauma de una vida pasada y el reconocer y activar la sabiduría y habilidades del pasado. En ambos casos puede ser curativa y beneficiosa. Algunas veces la historia de la vida pasada es la pieza faltante. Una vez que la experiencia de la vida pasada se vuelve consciente a través de la terapia de regresión, la persona adquiere una perspectiva completamente diferente de sus cuestiones personales y obtiene una comprensión más profunda de cómo es la tarea de sus almas en el presente".
Las vidas pasadas de los niños
Carol Bowman también concluyó que algunas personas, especialmente los niños, recordaban con más facilidad sus vidas anteriores. "Muchos niños de corta edad, en todo el mundo, en diferentes culturas, tienen recuerdos espontáneos de vidas anteriores hasta aproximadamente los siete años de edad. Forma parte de una etapa natural del desarrollo. Los recuerdos son más accesibles en los niños, desde el momento en que aún no han aprendido que no es posible tener esos recuerdos, y no tienen idea sobre los diferentes estratos de la experiencia de la vida actual. Los recuerdos de los niños son más puros y concretos. Muchos de los recuerdos sobre los que oímos hablar a los niños, se refieren a muertes anteriores, generalmente traumáticas. La muerte traumática deja una carga emocional fuerte, que queda grabada en el alma. Los sentimientos, pensamientos y sensaciones físicas que rodean al trauma se bloquean energéticamente en el momento de la muerte y reaparecen en cierto grado en la vida futura. Si la energía alrededor del trauma es lo suficientemente fuerte, las sensaciones citadas se manifestarán en la primera infancia como modelos emocionales, mentales y físicos. El niño puede expresarlos verbalmente, o como un temor determinado, ansiedad, aversión u otro comportamiento o emoción. Síntomas físicos y marcas de nacimiento pueden tener correspondencia con heridas mortales o lesiones ocurridas en la vida anterior".
La especialista agrega que "algunos juegos recurrentes de los niños son en realidad incidentes de la vida pasada, y pueden ser interpretados como la búsqueda que el alma del niño realiza para alcanzar la comprensión y la conclusión de su experiencia en la vida pasada. Los recuerdos positivos también se llevan a la otra vida. Ellos pueden ser expresados a través de sabiduría, talentos, actitudes, fuertes lazos de amistad, u otros aspectos de la personalidad. A veces, los niños hablan afectuosamente de sus anteriores familias, sus cónyuges o hijos. Si miramos atrás hacia nuestra infancia, podríamos reconocer que ciertas particularidades de la personalidad, fobias, dinámicas familiares, o aún grandes acontecimientos en nuestros primeros años, son repeticiones de la vida pasada. Ellos constituyen las primeras señales de los patrones kármicos que dominan nuestras vidas y van más allá de esta vida actual. Los modelos del pasado están allí, si sabemos cómo buscar"
En su libro "Las vidas pasadas de los niños" Carol Bowman afirma que hay cuatro señales por las que se puede distinguir cuando un niño está contando una vida pasada o simplemente está imaginando una historia. En primer lugar, su tono de voz es neutro y natural, se nota que no bromea ni está jugando, y puede utilizar palabras ajenas a su vocabulario y una sintaxis más evolucionada que la habitual, usando más confianza y fluidez al hablar. A veces incluso puede cambia su semblante, transmitiendo paz y serenidad. Algunos tienen la mirada perdida, los ojos muy abiertos o incluso vidriosos, y la cara seria. Y muchos padres describen un efecto "piel de gallina", tanto en ellos mismos como a veces en los niños, mientras estos están recordando, debido a la seguridad de que están siendo testigos de algo fuera de lo normal. En segundo lugar, hay una coherencia conforme pasa el tiempo, es decir, cada vez que el niño cuenta su vida pasada es igual, sin cambios significativos aunque pasen años, aunque pueden surgir nuevos detalles, por el mejor uso del lenguaje por parte del niño o bien por nuevas asociaciones que pueden ocurrir al recordar de nuevo la historia. Los relatos de vidas pasadas, al contrario de lo que ocurre con las historias inventadas, son estables, al menos al mismo nivel que los recuerdos conscientes importantes.
En tercer lugar, hay conocimientos que trascienden la experiencia, es decir, el niño habla de cosas que no puede saber. Además, puede hablar en otras lenguas (xenoglosia), usando palabras desconocidas o antiguas o usa una determinada jerga. Y puede hablar de la muerte comentando o demostrando que se encuentra fuera del cuerpo y que ve y oye lo que pasa y puede contar cosas ocurridas antes de su concepción o durante el embarazo. Y, finalmente, hay conductas y peculiaridades concordantes, como marcas de nacimiento, deformaciones congénitas o problemas físicos que conciden con las heridas o la muerte descrita por él niño, fobias, habilidades, singularidades de carácter, talentos que coinciden con su pasada profesión o con la actitud descrita.
Carol Bowman explica que también existen disparadores que hacen que el niño recuerde de repente una vida pasada, como un sonido, imagen, sabor u olor determinado. También un lugar (según algunos autores, no es infrecuente que una persona se reencarne en la misma zona geográfica), una persona o un acontecimiento.
Los sueños y las vidas pasadas
Carol Bowman también explica que muchos sueños y pesadillas recurrentes pueden deberse a algún recuerdo de una vida pasada, pues la dinámica y modo de actuar con los sueños es muy similar a la de los recuerdos espontáneos. La especialista identifica varias señales para distinguir un sueño relacionado con una vida pasada de un sueño común y corriente: En primer lugar, la calidad del sueño es extremadamente real y nítida, y deja una huella profunda en la memoria. La historia del sueño puede ser una especie de guión coherente y realista, con detalles y acciones verosímiles. En segundo lugar, muchos sueños de vidas pasadas se repiten y truncan en el mismo punto, normalmente cuando va a ocurrir un momento crítico. Otros son una imagen fija. A veces su frecuencia disminuye conforme el niño crece, pero no siempre. Durante el sueño, también, el paciente se ve claramente como otra persona, probablemente con otra edad, u otro sexo. Bowman dice que ha atendido casos de xenoglosia nocturna, en que los niños hablan en otros idiomas que no conocen. Para la especialista, igual que en el caso de los recuerdos espontáneos, los sueños recurrentes o las pesadillas son una posibilidad de curar problemas generados por traumas sufridos en otras vidas.
Bowman, finalmente, reivindica el poder de la plegaria y sostiene que hay abundantes casos (un 10%, según el estudio del terapeuta Ian Stevenson) en que una vez muerto nuestro cuerpo físico, la persona se reencarna dentro de su mismo grupo familiar. Sobre la existencia de la reencarnación y la utilidad de las terapias para recordar vidas pasadas, la especialista concluye que "la reencarnación ofrece una nueva visión de la vida y tiene sentido, pues ofrece una esperanza real, lógica y justicia, ya que la muerte no es contemplada igual bajo este punto de vista. Incluso las muertes que consideramos más injustas e incomprensibles, encuentran su lógica bajo el punto de vista de la reencarnación y del karma (la creencia según la cual toda acción tiene una fuerza dinámica que se expresa e influye en las sucesivas existencias del individuo)".
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