POEMAS DE CIRO MOLINA ORTIZ



POEMAS DE CIRO MOLINA ORTIZ

(Comunidad Los Horcones, ¿Los Guasimales?, jurisdicción de La Trinidad, Estelí. 8 diciembre 1941. Ciudad de Estelí, 17 abril 2002)

                        Poeta, escritor, teatrista y docente.



FLAMA DEL PEDERNAL
“Su volverse a levantar
es mero éxtasis de estilo


Don José Lezama Lima
Se oye un eco profundo
en el oquerón
como si las pirámides detuvieran su reloj de arena.
Hablo de este día y los pronósticos de la orfandad.
Una lluvia se sienta sobre el cadáver bien pastado
que escupió sobre medalla sacra.
Hablo también de los asombros
de tanto áspid abrevando la cascada virgen.
Hablo del amor, naturalmente.
Hablo de espectros invidentes.
De las vilezas hablo.
Obstinados izan una muralla en el derruido puente
de apuntaladas aristas
y si los pájaros como flores olorosas volando
penetran los rayos de la tarde,
habrá danza de adviento
para pródigos, falaces y profanos.
¡Prometeo talvez encadenado pero pulpo
de ramajes sin naufragio!
01-02-1992.
LLUEVE
Languidece
oír llover toda la noche
la gota cayendo a la orilla

de la almohada
la correntada en la calle
el automóvil que pasa

con los vidrios cerrados
y no salir de casa
y quedarse en la cama pensando
¡cuándo dejará de llover!
1969.
CRECED Y MULTIPLICAOS
Llora el niño
a media noche.
Creció el niño.
Ni “Doñana no está aquí”
ni “anda en su vergel”.
Sube y baja
bajando la pendiente
del río
al torbellino,
pero de la onda
a la mar
una estrella polar
atisba
y ancla
en esta tierra
-su vergel-.
Diciembre, 1975.
TÚNEL
Es larga la desazón
cuando la espera
se va alargando
como un camino ancho
que poco a poco va angostándose
hasta que se hace túnel
y ya no ves si no
un granito luminoso
que no sabés porqué
en este día domingo de conciertos
no ha echado a volar sus
golondrinas
hacia esta concentración de fuego
de nubes
que abrevan en tu piel.
04-10-1982

DÍA TRUNCADO
  Hoy ha sido un día de tinieblas
hoy volvería a amanecer
si no fuera que amaneció por la mañana

Hoy se sentaría un borracho en la acera
a mentarle la madre a los transeúntes.

Hoy padecerían quién sabe qué cosas
los semáforos viejos
con tal de no vivir un día como éste
salvo mientras no se habían cumplido
los negros ademanes

Hoy llovería fuego
si no fuera mayo

Es en fin
el hierro que se ensartó
sin esculpir

¿Y ahora?
y ahora
ha de barrenar algo el barreno
en lo más insospechado
donde no se oiga algún sonido
que no estaba escrito.


RENUNCIA INVOLUNTARIA

Más allá de toda resistencia
en la vigilia
en la noche larga como un siglo
el silencio es menos denso
por la persistencia de los grillos
el canto de los gallos entre los patios
y los perros que alborotan
sus ladridos.

Toda la soledad cabe en tu ausencia
alma que se escapa
como un chorro de sangre
incontenible.

La puerta única

Ciro Molina acaba de editar “La puerta única”, su primer libro de poesía. ¿Me atreveré a augurar que el mérito del autor es haberse alejado del “exteriorismo”? Paisaje no falta, es cierto; pero de manera suave, discreta. El paisaje relevante en “La puerta única” es el paisaje interior con su interminable cortejo de angustias y soledades que, sin recurrir a la simpatía cómplice del lector, queda expuesto:
estamos solos
pero no perdidos.
Dios no podía estar ausente del libro, ni la preocupación religiosa podía dejar de estar representada. En “Celda N°. 5”, testimonio de la cárcel, hallamos las alusiones:
Dios engendrándose a sí mismo
circula la ciudad acústica.
Al lado de la religiosidad campea la protesta que rechaza un orden social enajenante. Ejemplar en tal dirección es “Cuento de caminos”. Hay en él la insoportable presencia de una típica empresa –familiar- capitalista. El poema merecería ser incluido en toda nueva selección que de la poesía revolucionaria nacional se prepare, aunque no sea –en absoluto- un poema antisomocista. Bien se enmarcaría en el actual cuadro de la lucha de clases nicaragüense. ¿A quién le interesa averiguar el nombre de la familia caricaturizada? Molina universaliza su denuncia sin recurrir a nombres (o apellidos) propios. En la misma línea virulenta habría que situar “Máquinas”, con sus “minúsculos corsarios” bebedores de whisky que son, quién lo duda, los varones de “las vacas de Basán” del Country Club proféticamente fustigada por el padre Cardenal en el Oráculo sobre Managua.

La puerta única está dividido en cuatro partes que agrupan un total de treintitrés poemas-, cifra predilecta de los masones. La impresión general que el poemario deja es la de estar ante alguien que, únicamente, protesta; si bien no pasa desapercibida la marcada tendencia lúdica: “Las palabras son para divertirse”, dice Molina. O “todos los juegos los juego”. Incursiona en las distorsiones lícitas: escribe “sangre sobre sangre” en vez de “piedra sobre piedra”.
Cae Molina en el tratamiento del circuito familiar, en el ámbito hogareño. A riesgo de no dominar el asunto, todos hemos estado dispuestos a “soportar la felicidad” doméstica y -como si fuera poco– a transmitirla en escritos “sinceros”. Pero hemos comprendido, a tiempo, que tanto la desgracia como la alegría han de ser tratadas con pinzas y guantes gruesos como los que Molina utiliza en su “Biografía en dos tiempos”.
estoy solo
en una casa extraña,
Concluye el poeta, y la tibia imagen de la esposa y el hijo queda diluida, desdibujada, ante la cuota de realidad amarga que la vida (“la vida, que le dicen”) impone a los desterrados hijos de Eva. Cercana la actitud de este poema a la actitud de “Domus áurea” (Rocha); mas es también una actitud distante, y aún contraria, a la de Rocha. Para Molina, al parecer, el hogar no necesariamente significa salvación.

El poema que más de cerca tocaría lo lírico puro (si es que tal cosa existe) es el delicadísimo “Casi a mitad del verano”. Habrá que contar con él, y con otros, para las antologías por venir.
12 de septiembre, 1973.
Nota editorial
(La puerta única -1973-)
Ciro Molina ejerce la poesía en vigilia -una de oficio centinela–, alerta con ojo acusativo. El ojo de poeta en una época oscura. Dando el “¡alto!”, preguntando, definiendo “¿quién vive?” desde las puertas de una época oscura. A veces quien se identifica es una mujer que trae el amor. A veces quien se penumbra es un herido que derrama sangre. A veces una esperanza que llega disfrazada de hombre. Detrás están las sombras de una época oscura. Ciro Molina en la puerta no duerme. En el espaldar de su silla de ruedas un gallo insomne perfora vigilante las tinieblas de una época oscura. Espera la aurora.
Pablo Antonio Cuadra

Rostro perdurable de Ciro Molina
autor?
Viernes 19 de septiembre de 2008

(Nota preliminar al libro de poesía “Niño viéndose en los espejos”, de Ciro Molina: Editorial Amerrisque. Managua, 2008)
El prólogo* que sigue a esta nota urgente y provisional, es un documento de orden vertebral, de articulada estructura orgánica, que se destina, en primer lugar, a definir algunos asuntos axiales, algunos puntos de convicción que dan fe de las reflexiones del autor de la ordenada colección de poemas que los lectores encontrarán enseguida.

Contiene un esfuerzo maduro por pasar en claro puntos sustanciales de teoría social y de doctrina estética, bases de una arte poética expresa y cumplida. En este punto, al igual que en varios otros a lo largo del cuerpo restante del texto, el avispado lector deberá inducir a partir de las ilusiones insistentes, la presencia (velada apenas) de un coro de amigos del poeta, que desde la penumbra del afecto fraternal discuten con él, que reflexionan juntos, que analizan, comparan, generando un constante debate de ideas, de teorías y concepciones, las que iban moldeando, madurando, confirmando y haciendo maciza, a cada vuelta de las ruedas de su silla, la visión del mundo que venía desarrollándose en la mente de Ciro Molina, hasta en sus últimas semanas de vida terrenal.

Queda por estudiar, por debatir y dilucidar hasta qué punto nos corresponden las responsabilidades particulares a cada uno de esos amigos, al menos parcial, por algunas conclusiones, por algunas propuestas heréticas, por algunos virajes irónicos, por algunas metamorfosis arduas y felices operadas en la poética de Ciro y en la estructura final de este libro. Tarea en casa, trabajo para los próximos grupos generacionales. 

Por lo que me atañe, reconozco a lo inmediato y con orgullo las ideas despejadas, las conclusiones justas y equilibradas, reconozco algunos descubrimientos que fueron fruto de un trabajo mental arduo, coordinado y persistente. No hará falta insistir demasiado en que suscrito y defiendo tales criterios de Ciro, que me solidarizo con sus reivindicaciones, con sus denuncias y con sus reclamos. Las causas que fueron suyas, siguen siendo las de nosotros sus amigos que le sobrevivimos.
Llamo así la atención hacia una circunstancia determinante: este libro es también el fruto de un acuerdo de ideas, de convicciones compartidas, de un proceso prolongado de educación recíproca, que requirió largas horas de debate, que aunque cordial, no dejó de revestir algunas veces en el fragor de entrechocar unas ideas contra otras ideas, momentos inevitablemente dolorosos.
Savia vital, amarga a veces, que compartimos. Ciro y yo, más un grupo de amigos, entre quienes quisimos poner a prueba nuestras convicciones, nuestra fe existencial, exponiéndolas, compartiendo sus enigmas, examinado sus planos sombríos, poniendo a entrechocar nuestras opiniones y puntos de vista contrastantes. Algunos de estos amigos aparecen en algún rincón discreto, mencionados por Ciro en algunos capítulos o actos y escenas en que nos desarrolla esta puesta en obra de su producción poética madura y definitiva, en plenitud existencial, la que de alguna manera el autor intuyó como fruto precoz de un oficio póstumo.
Quiero destacar la evolución singular demostrada por este nuevo concepto de auto expuesto por Ciro en este libro. “Niño viéndose en los espejos” es obra singular, de creación individual, está impregnada de principio a fin por la tinta profunda del sello personal del poeta. Ciro Molina transluce a través de cada una de las frases, de cada una de las páginas. Pero el gesto más personal que nos evoca su amable imagen es acaso el generoso ademán con que Ciro quiso y supo incluirnos a sus amigos, para ser parte activa del proceso de gestación y de definición, tanto de forma como de contenido, de la cara y el cuerpo final de este su último libro. Convirtiendo una utopía dispersa y parcial en un poemario vivo, realizando una decisión que requiere de humildad y de audacia, en proporciones rigurosamente balanceadas.
Granada, mañana del jueves, 14 de febrero de 2008.
*Se refiere al prólogo del libro escrito por el propio Ciro Molina.

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