UNA PUERTA HACIA LA LUZ

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Extracto del libro : UNA PUERTA HACIA LA LUZ
Autores: Carmen de Sayve y Jocelyn Arellano
Adherida a: Directorio Promineo:  www.promineo.gq.nu. www.11argentina.com

El temor a la muerte
El temor a la muerte hace que se prefiera ignorarla, no pensar en ella y rechazarla como la enemiga de la vida. Para los materialistas la muerte significa la supresión total de la vida, ya que al desintegrarse el cuerpo con su cerebro, la inteligencia que lo habita desaparece también. Pero nuestra mente no es el cerebro, éste es el instrumento del que se sirve aquélla para expresarse en esta  dimensión. La vida en realidad es eterna, es decir que la que actualmente experimentamos no es más que  una mínima parte de nuestra existencia, de todo ese proceso vital de evolución en el que estamos inmersos. De esto resultaría que nuestra vida no esta limitada a un solo pasaje sobre la tierra sino a todo un proceso evolutivo de perfeccionamiento.
En los últimos años se han dado cada vez con mayor frecuencia casos de personas que, después de haber sido declaradas clínicamente muertas, vuelven a la vida.  Los investigadores de estos casos, como el Dr. Raymond Moody, el Dr. Melvin Morse, el Dr. Kenneth Ring y muchos otros,  han recopilado los relatos de estas experiencias que coinciden de manera asombrosa, aportando datos fascinantes sobre lo que llamaríamos el umbral de la muerte.  Estos informes hablan de que al producirse la muerte clínica el individuo se desprende del cuerpo físico al que puede observar desde cierta distancia. A continuación son llevados por un túnel hacia una luz maravillosa de la cual emana una sensación de paz y amor indescriptibles. La libertad y el gozo que experimentan en ese estado les hace desear no regresar a la existencia terrestre pero, por diferentes razones, hay algo que los impele a volverse a limitar en el vehículo corporal que habían abandonado.
Todos los que han pasado por una experiencia similar sufren una transformación radical en sus vidas. El temor a la muerte desaparece, dando lugar a la toma de conciencia del verdadero sentido de la vida en la que lo más importante es actuar con AMOR. Su incursión en ese otro plano de realidad los acerca al conocimiento del auténtico objetivo de la vida terrestre, que es el aprendizaje y la superación.
Estas experiencias sólo nos prueban que nuestra conciencia es independiente del cuerpo físico, que al morir éste aquélla no desaparece.   
           
Nos enseñan a negar la muerte pues se cree que significa exterminio y pérdida. La mayoría la niega o la teme, y piensa que el sólo nombrarla les atrae algo negativo. Pero morir es parte del proceso vital y cuanto menos lo aceptemos más difícil nos será el momento de la muerte y aún después. Es el miedo el que nos impide vivir la vida y la muerte plenamente: miedo a los cambios en nuestra vida diaria, al qué dirán, a no ser reconocidos, a dejar lo que tenemos, a lo desconocido, a que todo termine. Cuanto más comprendamos que la vida es un continuo cambio porque estamos en incesante evolución, aceptaremos mejor el concepto de la muerte. Cada momento tendríamos que morir al pasado para vivir y aprender de lo que la vida nos ofrece en el presente. Cuanto más veamos la muerte no como el final de nuestra existencia sino como la puerta de acceso a otra realidad superior, más nos familiarizaremos con ella, lo que nos liberará del temor que nos infunde.
Al decir que nada permanece, que todo cambia, estamos diciendo que este mundo es ilusorio, que lo único real y permanente es nuestro Yo superior o esencia divina; las experiencias y los cuerpos pasan pero nuestro espíritu es eterno. Rara vez aprovechamos la noticia de  la muerte de alguien para darnos cuenta de que todo es transitorio.
El universo y todo lo que existe no es estático, está en perpetuo cambio y la muerte es uno de esos cambios inevitables al que es tanto mejor verlo llegar con tranquilidad cuando es el momento, sabiendo que en el largo camino de la evolución todavía nos quedan innumerables cosas por descubrir y desde luego una nueva vida que parece ser la verdadera.
  Tenemos miedo a lo desconocido pero el terror más grande es no saber quiénes somos; perdemos de vista nuestra identidad al creernos separados del resto de la creación y al sentirnos solos y vulnerables basamos nuestra seguridad en y nos identificamos con cosas externas que a la hora de la muerte es obvio que vamos a perder; vivimos tratando de afirmarnos mediante el control de nuestras vidas y las de los demás. Esta es la razón de nuestro miedo, perder todo aquello en lo que hemos basado toda una vida pero que no es más que ilusión. Una ilusión en el sentido de que todo lo que creemos perder no fue más que la obra de teatro en la que tuvimos que participar para aprender pero que en el momento en el que baja el telón volvemos a nuestra verdadera vida donde se aclara la finalidad del guión.
 La mediumnidad o psiquismo,
es la facultad que tiene todo ser humano de ponerse en contacto con otros planos de conciencia o realidad, sólo que algunos la tienen más desarrollada que otros. Sin percatarnos de ello estamos en continuo contacto con esos otros planos o dimensiones donde se encuentran los llamados muertos, quienes en realidad están más vivos que nosotros. Recibimos su ayuda en forma constante, ya sean santos, maestros, guías, ángeles de la guarda o simplemente familiares fallecidos, todos se preocupan por nuestra evolución y bienestar y se comunican con nosotros en forma telepática. Cuántas veces nos vienen pensamientos o intuiciones que nos salvan de una situación peligrosa o nos ayudan a resolver un problema crucial en nuestra vida; percibimos estas ideas como si alguien nos las hubiera inspirado y así es en realidad. No obstante, como más adelante veremos, nosotros también podemos ayudar a esos seres. Esto es lo que se entiende por comunión de los santos. Ha sido en un círculo de meditación y oración donde en un principio se dieron, en forma espontánea, nuestros contactos con los difuntos que necesitaban ayuda. De igual manera las enseñanzas se han recibido a través de la escritura intuitiva de Carmen. Debe de quedar claro que nunca buscamos la comunicación con los difuntos, son ellos los que se nos presentan pidiendo ayuda cuando están desorientados.
No pretendemos con lo que damos en estas páginas tener la verdad absoluta o ser contundentes en las explicaciones sobre los diferentes  procesos de la Así y todo, el lector deberá ejercer su facultad crítica en todo momento y llegar así a sus propias conclusiones.
           
Al salir del mundo físico y llegar al astral se origina un conflicto cuando la mente está muy apegada a la baja vibración terrestre. En forma natural, el alma se siente atraída hacia la luz pero sus preocupaciones sobre lo que acaba de dejar, su rebeldía al no querer aceptar su nueva condición, su sentido de culpabilidad o su soberbia de sentirse espiritualmente superior y no encontrar lo que esperaba, o el descreído que espera la nada,  son algunas de las razones por las que algunas almas se quedan estancadas en ese limbo del que a veces es difícil salir.
Prepararnos para la muerte es lo mismo que prepararnos para la vida. Esto se logra en la medida en que entendamos nuestra verdadera esencia y el propósito de nuestra existencia.
Nuestro problema ha sido que, al bajar a la materia densa olvidamos nuestro origen divino y nos circunscribimos voluntariamente a su limitación. Al olvidar  nuestra verdadera identidad, nuestra mente se queda únicamente enfocada al plano de la materia física. Nuestro pensamiento ilimitado se convirtió en limitado. Para volver a escapar de esa densidad donde estamos atrapados se tiene que recuperar la conciencia de unificación, del Uno que somos todos para volver a tener la fuerza de crear mundos y realidades más armoniosos. Un camino para lograrlo es a través de la meditación y el desapego de este plano en el que nuestro corazón está aprisionado.
 Morir es menos difícil que nacer. En el primer caso se trata de liberarse y en el segundo de limitarse, en aquél se vuelve al hogar mientras que en éste se va a la difícil escuela de la vida. Mientras no se vea la muerte como parte de la vida, como el desenlace feliz de un periodo de trabajo, se dificultará ese paso que es en realidad una liberación y no un final definitivo. Vivir la vida plenamente es también vivirla en conciencia de la muerte.
La muerte, tan temida por muchos, esperada por otros pero destino de todos, no es el final de la vida sino la transición de un estado a otro, de una forma de vida a otra, ya que la vida es un don divino que no tiene ni principio ni fin; somos eternos como la fuente de energía de la que nos originamos a la que llamamos Dios. De El salimos y a El hemos de volver.
LA MUERTE NO EXISTE
           
En realidad nada muere, porque nuestro verdadero ser nunca cambia. Nuestro cuerpo es únicamente un vestido que utilizamos temporalmente para expresarnos en el plano físico, pero cuando ya es inútil, cuando ha cumplido su cometido, se desecha y vuelve a los elementos de la tierra de los que se formó originalmente. El cuerpo no es más que un instrumento y es ilusorio como todo el mundo tridimensional, por lo tanto, al no tener existencia real y perenne no puede en realidad ni "vivir" ni "morir". Lo que tiene vida es la conciencia y ésta nunca muere. En el momento de la muerte sólo se retira de su habitación temporal y pasa a otro plano mucho más real que el ilusorio mundo físico. Lo que tiene vida verdadera siempre la tendrá, lo que está vivo nunca muere. Morir no es más que renacer a otro plano de conciencia o realidad de otra frecuencia vibratoria. 
           
Aunque en las diferentes religiones se predica el concepto de la supervivencia del alma y que la identidad del hombre es independiente del cuerpo físico, no les interesa estudiar casos en los que parece haber comunicación entre los vivos y los muertos. A esto le llaman espiritismo y le dan una connotación negativa.
Lo que hacemos, en conjunto con el plano espiritual, es prestarnos como instrumentos para ayudar a los que se encuentran en el atolladero del Bajo Astral, ya que al estar ellos más cerca de la vibración terrestre nuestra ayuda les llega más fácilmente. La enorme diferencia con la práctica espiritista estriba en que ésta busca el contacto con los desencarnados para seguir atendiendo a las preocupaciones del plano terrenal y no para ayudarlos a que se eleven a los planos espirituales que les corresponden.
Esta actuación hace que el difunto se enfrente al dilema de seguir ocupado en lo que acaba de dejar y continuar vibrando en esa frecuencia o elevarse adonde le corresponde en su nuevo estado. Es, además, peligroso, puesto que las almas invocadas que ya no se encuentran en el Bajo Astral, son suplantadas por seres de muy baja vibración que gozan con hacer creer que son las personas requeridas y únicamente provocan obsesión en los deudos, llevándolos en ocasiones a situaciones en extremo negativas. Por esta misma razón nunca buscamos el contacto con un alma determinada sino que únicamente aceptamos, bajo la protección de nuestros guías, la comunicación con los que se nos presentan para pedir ayuda.
Muchas civilizaciones hablan de que después de la muerte se ha de pasar el río, un túnel o cualquier otra analogía que signifique el paso de un lugar a otro, de una realidad a otra completamente diferente. Todo obedece a la frecuencia vibratoria del pensamiento y pasar al otro lado del río o del túnel significa el cambio de vibración necesario para alcanzar el mundo espiritual. Los que no lo pasan o no lo logran es simplemente porque su atención está todavía puesta en la realidad del mundo terrenal que acaban de dejar y no ven la luz del mundo espiritual que siempre está ahí a la espera de recibirlos. Ya sea que no realicen que han muerto, que tengan miedo del castigo del que se les ha  hablado durante su vida en el plano físico, que crean que se encontrarán con la nada o que estén sumamente apegados a sus pertenencias y afectos. Todo esto y otras razones más les impiden verla.
El castigo no existe, sólo el efecto de nuestros pensamientos y como podremos ver, la infinita misericordia de Dios que acoge a cada uno de sus hijos con su amor inconmensurable
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CREACION Y MUNDO ILUSORIO
           
Nuestro verdadero ser es conciencia que se origina en esa fuerza primaria que es la Conciencia Universal; cuando se le da libertad para manifestarse empieza a crear, las diferentes realidades y después cada uno de los cuerpos que le servirán para expresarse en ellas. El plano físico o el universo material, es el último en crearse y las conciencias individualizadas que son los seres humanos, no únicamente las de este planeta sino las de multitud de otros, se organizaron para crear todo este plano físico en el que se expresarían.
Se habla del mundo ilusorio de la tercera dimensión porque no es eterno, es transitorio, es movimiento, mas no tiene existencia real y perenne como lo tiene nuestra esencia.
Sin embargo no puede crearse nada que vaya en contra de la fuerza de equilibrio que son las leyes que rigen el cosmos. Algunas de las conciencias individualizadas creen poder actuar en contra de su propia naturaleza, pero esto es imposible, su esencia es tan perfecta como la fuente de donde salieron. Sus manifestaciones no armónicas no son más que ilusión. 
De ahí que se diga que el mundo material es ilusorio. Esto no significa que en esta dimensión no  vivamos la violencia y toda clase de trasgresiones al amor, sino que dichos comportamientos son provocados por la falta de conciencia de quienes actúan así y por lo tanto son transitorios.
 Esta es la ilusión, ya que en el proceso evolutivo de los seres humanos a la larga todos llegaremos a actuar en congruencia con lo que somos en realidad, es decir, amor. Las leyes universales se encargan de restablecer el equilibrio.
Mientras se tiene puesta la atención en esta dimensión, la más densa de todas, se pierde la conciencia de los otros cuerpos y dimensiones correspondientes, por eso el trabajo a realizar consiste en despertar a nuestro verdadero ser. La actuación equivocada o ilusoria de nuestro vehículo físico contamina los diferentes cuerpos de los cuales estamos formados, pero en cuanto se acaba el interés por esta ilusión, progresivamente se va despertando a esas otras realidades donde habremos de expresarnos para finalmente fundirnos en la inefable luz de nuestro Creador.
Cuando el hombre comenzó a experimentar y crear en el plano material se olvidó de su propia divinidad porque se involucró en todo lo que éste le ofrecía. Su pensamiento se enfocó únicamente a este plano y de ilimitado que era empezó a experimentar pensamientos limitados de supervivencia, posesión y envidia. Al perder el concepto de unión con el Todo el ser humano se sintió solo y vulnerable, el miedo invadió su conciencia y dominó su proceso de pensamiento; como es un hecho que cualquier pensamiento que él acepte, su efecto se manifiesta en el cuerpo físico, aparecieron la enfermedad y la muerte.
Al decidir emprender la aventura del mundo físico creamos todas las circunstancias que se viven durante una experiencia en la materia que tienen como propósito manifestar a nuestro ser real y permanente. ¿Qué objeto entonces tiene crear todo ese entorno si es para reencontrar lo que ya somos? Es que al actuar así se está regresando al origen con la diferencia de tener conciencia de lo que somos o solamente ser en el Creador en forma probable. Es decir, que antes de darnos la existencia individual su mente nos mantenía en ella con la potencialidad de ser entidades con propia voluntad y discernimiento; en cambio dándonos la individualidad y la libertad de acción nos convertimos en instrumentos de su creación.
Toda materia física necesita de una sustancia espiritual que la anime para existir. A esta sustancia espiritual se le llama alma grupal en el principio del proceso evolutivo, ya que anima a un gran número de minerales, vegetales o animales. Cuanto más elevada es la forma de vida, cuanto más conciencia tiene de sí, el alma va siendo más individualizada, es decir, que anima cada vez a menos sujetos.
El alma grupal que anima los minerales, vegetales y animales va paulatinamente individualizándose y su conciencia abriéndose hasta llegar al grado de conciencia humana de tercera dimensión. Lo que     corresponde a la conciencia de primera dimensión es el alma grupal de los minerales y vegetales. La de segunda dimensión sería la de los animales. No obstante que algunos de ellos como los perros, gatos, simios, caballos, etc. ya poseen indicios de conciencia tridimensional al tener almas casi individualizadas. De ahí su apego al ser humano, porque van sintiendo que se acercan anímicamente a él a diferencia de los animales salvajes, indomables, que aún les falta un trecho para aproximarse al hombre, permaneciendo mientras tanto anímicamente agrupados.
DIFERENTES NIVELES DE CONCIENCIA O DIMENSIONES
La realidad del mundo físico, que es la que conocemos a través de nuestros cinco sentidos, no es la única. Todo en el universo esta formado por energía que vibra de  diferentes maneras y frecuencias vibratorias, lo que da como resultado diversos niveles de existencia tan reales como este. "Hay muchas mansiones en la casa de mi Padre" dijo Jesús, refiriéndose a los diferentes niveles de conciencia o dimensiones que van desde el mundo físico hasta El Creador. Los llamados muertos sólo cambian de realidad, no van a ningún lugar, son mundos interpenetrantes como los diversos cuerpos del ser humano en el que cada cuerpo vive y actúa en una dimensión diferente.
Al referirnos a los diferentes niveles de conciencia o dimensiones, se entiende que se trata de etapas que hay que franquear en las que en cada una se adelanta en las cualidades del Ser Supremo que están latentes en nuestro ser. Las diferentes dimensiones no se  deben entender como lugares sino como estados de conciencia, como planos vibratorios que se van alcanzando conforme más alto se vibre. Se dice que son siete pero cada una tiene incontables niveles y grados vibratorios y su numeración es meramente ilustrativa.
 Durante el paso por la tercera dimensión se olvida el ser humano del verdadero objetivo de la vida que es manifestar la energía divina que es su esencia. Al sentirse separado del resto de la creación tiene miedo, contrarrestándolo con la necesidad de reconocimiento, de control sobre los demás, de aceptación, de poseer, actitudes todas que conforman el ego. Se apega a todos los falsos placeres que le ofrece el mundo físico, lo que provoca que vuelva una y otra vez a él. Para trascender esta dimensión necesitará pasar por múltiples y variadas experiencias que le ayuden a desidentificarse con su ego y a reencontrar el sentido de unidad.
Una vez que pasemos la etapa en que ya no necesitemos reencarnar en forma humana, cuando ya hayamos vivido toda la gama de experiencias que nos lleven a erradicar el ego, seguiremos nuestro aprendizaje pero ya sin la necesidad de materializarnos.
  Se pasa entonces a la cuarta dimensión cuyo vehículo será de más alta vibración y ya no sujeto a la muerte ni limitado por el espacio tiempo. Esto es lo que se entiende por resurrección. Después de aprender a actuar con verdadero amor y llegar al concepto de unidad con toda la creación se abre a la conciencia de la quinta dimensión en la que se obtiene la sabiduría o el conocimiento de las leyes cósmicas y la comprensión del plan de la creación.
 En seguida se llega a la conciencia de sexta dimensión en la que se alcanza con mayor plenitud el don de la creatividad pero en total armonía con el orden cósmico. El final de esta dimensión es un movimiento hacia el entendimiento y la aceptación absoluta de que nunca hemos estado separados, hacia la unión con el Todo.
 La séptima dimensión ha sido descrita como la fusión en el Todo y es imposible de describir, solamente la llamaremos Dios.
De lo que se trata en este proceso evolutivo es de ensanchar la conciencia, de abrirse a la propia luz, de despertar hacia lo que realmente somos.
LOS SIETE CUERPOS
El ser humano está constituido por varios cuerpos, cada uno de materia distinta en frecuencia vibratoria, que se interpenetran e interactúan y de los cuales el físico es el único que podemos percibir con nuestros cinco sentidos.
Son diferentes aspectos del ser y se consideran cómo estados de conciencia o capas energéticas. Todo obedece al pensamiento y los diferentes cuerpos de los que está constituido el ser humano son emanaciones del espíritu o conciencia en su acción pensante. Cada uno pertenece y actúa en una dimensión diferente, por lo tanto, somos seres multidimensionales, aunque actualmente solamente tenemos conciencia del plano físico.
El espíritu o conciencia pura se desdobla, al densificarse, en  varios aspectos. La triada superior compuesta por el cuerpo espiritual o chispa divina, el cuerpo causal en el que se graban las experiencias recibidas durante todo el proceso de manifestación y evolución y cuerpo mental superior que es el que procesa los pensamientos que vienen del espíritu.
Siguen los cuatro cuerpos inferiores que son: el mental inferior que recibe los pensamientos egocéntricos, sigue el aspecto emocional o cuerpo astral donde se generan las emociones necesarias para vivir en el mundo tridimensional; a continuación el doble etérico que es el que recoge la energía universal que dará vitalidad al cuerpo físico. 
Esto nos da un total siete cuerpos, cada uno correspondiente a una dimensión diferente.
           
Nuestros diversos cuerpos son en realidad capas energéticas de diferente frecuencia vibratoria.
 El cuerpo físico es el más denso y opera básicamente con electricidad; está compuesto de materia física que es energía vibrando a muy baja frecuencia.
 Está impregnado por su contraparte etérea o doble etérico que es el elemento indispensable para que sus átomos se cohesionen; ese elemento está presente en cualquier objeto formado de materia física. Como su nombre lo indica, es materia etérica que está constituida de energía universal cuya función es absorber esa energía para vitalizar cada átomo del cuerpo físico, de ahí que sea la perfecta réplica del cuerpo humano.
El doble etérico, llamado también cuerpo bioplasmático, en el momento de la muerte se desprende del cuerpo físico y después de algún tiempo se desintegra también. Estos dos cuerpos, que en realidad son uno, son la parte mortal del ser humano.
 El cuerpo emocional o astral es el que le sigue en densidad; en él están depositadas todas las emociones, deseos, pasiones y sensaciones. Es el molde energético que da lugar al cuerpo físico, vive y actúa en los niveles del Astral y es de la misma forma que el físico pero de materia más sutil. En este cuerpo se generan las enfermedades para manifestarse luego en el cuerpo físico. Su vida dura mientras perdure el paso por la tercera dimensión. Está formado por ondas mentales y se contrae cuando necesita tomar otra forma, entrando en el cuerpo de la futura madre, quien al recibirlo va dándole forma con los nuevos genes, como resultado de las condiciones que el ser superior decide tomar para su nueva experiencia en el mundo físico.
Este cuerpo, en el que residen las emociones, se va elevando en vibración conforme se va reaccionando menos a éstas y se disuelve cuando se deshace el ego separatista, es decir, al acabar la experiencia de la tercera dimensión. Podemos decir que el cuerpo astral es el que nos sirve para ir y venir al mundo físico y que, una vez trascendida esa necesidad, desaparece.
           
 El cuerpo mental en sus dos aspectos, sigue en sutileza y está compuesto de ondas mentales también, sirve para procesar los pensamientos, tanto los provocados por nuestros cuerpos inferiores, cuerpo mental inferior, como los que provienen del Yo superior o Espíritu, cuerpo mental superior. Pero mientras nuestra atención esté únicamente enfocada a los cuerpos inferiores no podremos tener acceso a los que provienen de los cuerpos superiores. Este cuerpo es  el que hace el enlace entre ambos. En él se originan los pensamientos, las creencias, los conocimientos y se almacenan todos los pensamientos, los negativos y los positivos. Estos últimos son los que ayudan a hacerlo crecer y desarrollar. Su influencia sobre los tres cuerpos inferiores es decisiva. Estos se equilibran y perfeccionan cuando el cuerpo mental inferior se refina a través de la meditación, la auto observación y la transmutación de los pensamientos.
En el cuerpo mental inferior es donde se establecen los juicios y actitudes o estructuras rígidas en nuestro sistema de pensamiento. En él se forman los pensamientos nacidos del sentido de separación o ego, es decir, los que están basados el miedo de sentirnos solos y vulnerables. Son estos los pensamientos egocéntricos.
Cuanto más rígida se vuelve la sustancia de nuestro cuerpo mental, más difícil es fluir con la vida, aprender nuevas formas de vivir y adquirir nuevas ideas necesarias para progresar en nuestra carrera evolutiva. Nuestro cuerpo mental es el instrumento del que se sirve el espíritu para sutilizar los cuerpos densos. Es el punto de enlace entre lo material y lo espiritual porque la mente, con su acción pensante, es la que origina la calidad de la materia, es decir el estado de evolución de las manifestaciones física y astral, la que actúa en pro o en contra del equilibrio cósmico, responsable por lo tanto de las acciones del ser humano y de su reacción correspondiente, o sea de la causa y el efecto. Si la mente sutiliza sus pensamientos, la materia de los cuerpos inferiores se sutilizará también. Este cuerpo no desaparece, sólo va acelerando su vibración hasta recibir únicamente los pensamientos provenientes del Yo superior, que es amor, lo cual hará que su aspecto inferior se diluya y se convierta en luz.
Las acciones son conscientes y provienen del cuerpo mental mientras que las reacciones o las actitudes llamadas instintivas son provocadas por el cuerpo emocional. Se reacciona ante un estímulo emocional y se actúa obedeciendo a un pensamiento reflexivo. Las emociones como los pensamientos varían de vibración por lo que en ambos existen los negativos y los positivos. En el nivel de conciencia en el que se encuentra actualmente la humanidad se sigue reaccionando la mayor parte de las veces a los estímulos del cuerpo emocional.
 El cuerpo causal es el que guarda todas las experiencias a través de las cuales el ser ha pasado durante el largo proceso de evolución. Cómo su nombre lo indica se relaciona con el mundo de las causas de donde sale la personalidad, las cualidades, tendencias y todo lo que ha adquirido el ser humano en el sendero del perfeccionamiento. Es también donde se inscribe el karma. Ahí están inscritas las tendencias y las capacidades contra las cuales y con las cuales deberá trabajar para progresar en el camino de la evolución.
Una vez purificados los cuerpos inferiores, el mental y el causal seguirán su ascensión hacia los planos superiores, convirtiéndose todos ellos en luz.
 El cuerpo espiritual es el más elevado de todos y el que da  origen a los demás. Para llegar a descubrirlo se tiene que trabajar en la aceleración vibratoria de los demás cuerpos. Es nuestra parte divina que tenemos que descubrir. La intuición es el reflejo de nuestra sabiduría proveniente del ser real o espíritu. De ahí emana la intuición que es más precisa cuanto más se abra el ser a su Yo esencial. Pero al estar más ocupados con los pensamientos provenientes del ego pocas veces escuchamos nuestras intuiciones.
El cuerpo físico se manifiesta en el plano de la percepción tridimensional. Es el plano donde el pensamiento es visible en la forma tridimensional llamada materia física.
           
Cuando el ser humano vive en el mundo físico toda su atención y su pensamiento se enfoca a este plano donde se expresa, olvidándose de las otras realidades de donde proceden sus otros cuerpos. Al salir del mundo tridimensional mediante el proceso de muerte física, el pensamiento ya sea que siga atrapado en esa dimensión y entonces vuelve a manifestarse en ella o eleva su vibración al siguiente plano de conciencia donde se sigue expresando;  continúa el proceso de  aceleración de la vibración de los cuerpos emocional, mental y causal, convirtiéndose todos ellos en luz y uniéndose finalmente al Creador.
De cada uno de estos cuerpos emana una aura que es el campo electromagnético que rodea a todo ser viviente.
LA MUERTE Y EL ASTRAL
En la primera fase de lo que se entiende por la muerte sobreviene el desprendimiento de los dos cuerpos perecederos; en ella el individuo ve a su cuerpo físico que acaba de dejar y al mismo tiempo se encuentra en uno tan sólido y real como el que tenía. Esto se debe a que  pasa a un plano de realidad  diferente que es el astral. Sus cuerpos sutiles están envueltos en la forma energética o molde energético que daba lugar al cuerpo físico.
 El Astral es el mundo espiritual que pertenece a la tercera dimensión y consta de tres planos principales, cada uno subdividido en varias esferas, siguiendo la frecuencia vibratoria que las rige.  En los diferentes planos astrales se encuentran las almas en tránsito esperando, ya sea volver a encarnar o seguir evolucionando hasta obtener la frecuencia vibratoria necesaria que les permitirá acceder al siguiente plano o cuarta dimensión.
 El Bajo Astral es donde se encuentran los desencarnados cuya vibración es muy baja ya que siguen fuertemente apegados al plano terrestre. Los que ahí se estacionan y según su estado de conciencia,  están en lo que se considera como el purgatorio y el infierno; ambos estados son voluntarios y no son eternos.
 Sigue el Astral Medio en cuyas diferentes esferas están la mayoría de los seres humanos en el estado evolutivo de la humanidad actual. A continuación se encuentra el Alto Astral adonde van los seres más evolucionados y de donde se pasa a la cuarta dimensión o se decide bajar al plano terrenal para ayudar a los que están más  atrasados.
Al llegar al astral el ser puede sentirse desorientado porque no sabe lo que le acontece. Pero si en el momento de la muerte, ya sea antes o después de éste, el ser se entrega a Dios pidiendo ayuda o elevando una oración, lo cual es muy común, la luz se hará de inmediato. Ahora bien, si su apego a lo que acaba de dejar es grande, eso mismo le impedirá continuar su ascensión hacia el plano que le corresponde y se verá rodeado de oscuridad.  Es en esos momentos en los que la intervención de aquéllos que seguimos en la tierra, con oraciones o hablándoles directamente es muy útil, en virtud de que la vibración de los recién desencarnados es muy afín al plano físico.
Mientras nos encontramos en la Tierra le damos valor a lo que en realidad no lo tiene y generalmente nos dejamos llevar por nuestros impulsos y deseos; cuando llegamos del" otro lado" nos damos cuenta que todo aquello que nos era preciado no nos sirve de nada. que no es ni aquí ni allá. Esto nos inquieta impidiéndonos elevarse adonde deberíamos ir.
Parece muy fácil convencer a estas almas errabundas de que se despeguen de sus intereses terrenales, y habrá quien se pregunte porqué entonces es tan difícil convencer a los semejantes con los que tenemos comunicación directa; esto se debe al hecho de que al estar sin la densidad del cuerpo físico las verdades espirituales se ven con más claridad. Por otro lado, parece ser que al llegar a la luz se aclara el entendimiento de tal manera que se ve todo con una objetividad pasmosa
LA INEXISTENCIA DEL ESPACIO ‑ TIEMPO Y EL YO TOTAL
           
El proceso de reencarnación es desde el punto de vista del mundo tridimensional en el que existe el tiempo cómo secuencia de acontecimientos pero en las dimensiones superiores este concepto varía y la eternidad es un contínuo presente, es decir, todo es simultáneo La reencarnación existe en términos del mundo físico y no existe en términos del no tiempo. La entidad se manifiesta simultáneamente a través de sus diferentes personalidades en los diversos momentos históricos. Esto es dificil de captar para los que están inmersos en el tiempo así que se hablará de reencarnación cómo las diferentes experiencias del ser total que le ayudarán todas ellas a experimentar la aventura del mundo físico.
            
El espacio y el tiempo son una ilusión de la tercera dimensión pero en relidad no existen como los percibimos.
El no espacio se reduce al sentido de unidad. Si formamos parte de un todo ese todo está en nosotros. La distancia separa una cosa de la otra y al haber unidad no hay separación.
La distancia no es una realidad cuando se eleva la conciencia, ya que esa barrera sólo existe en el estado de conciencia tridimensional en el que el ser voluntariamente se ha retraído en sí mismo perdiendo la conciencia de unidad. Al sentirse separado, lo está en verdad y esas enormes distancias infranqueables son el resultado de su estado de conciencia. Vamos a aclarar: el universo existe como lo vemos pero las distancias no existirían si pudiéramos ir a Venus con el pensamiento. Eso es lo que hacen los seres que están ya en otra dimensión o plano de conciencia.
Nuestra conciencia existe desde el principio de los tiempos puesto que es una partícula de esa fuente de energía poderosísima que llamamos Dios. Nuestro Yo se origina en el momento en que El decidió dar libertad a esas partículas de sí mismo. Al empezar la experiencia individual, la conciencia individualizada empieza a crear diferentes planos en donde expresarse, de los cuales el mundo físico es uno, dejando una porción de su misma conciencia en cada uno. El Yo que actúa en la realidad física no es más que una parte de nuestro Yo total que se expande y crece con todas las experiencias que recoge en las diversas realidades.
            
No debe conmocionarnos saber que lo que creemos ser no se reduce a nuestra conciencia de tercera dimensión. Somos seres multidimensionales y esta porción del Yo integral que actúa en el mundo físico es sólo una porción de él. Nuestro trabajo es elevar la conciencia de este plano donde no se entiende lo que en realidad somos para acrecentar nuestra creatividad y actuar en conciencia de nuestras diversas experiencias. Esas otras facetas del Yo integral están viviendo otras experiencias en otras realidades dando así al Absoluto su contribución de creatividad.
            
Mucha inquietud causa la aseveración de que la reencarnación no existe cuando se habla de evolución. Existe, pero no existe cómo sucesión de hechos en el tiempo. El tiempo cómo tal no es, la vida es contínua y todo se experimenta al mismo tiempo. Sin embargo las diferentes experiencias en el mundo ilusorio de la materia física tienen lugar viviéndolas el ser total en diferentes momentos de esa ilusión pero en forma simultánea.
No alcanzamos a comprender la inexistencia del tiempo y la simultaneidad. Cuando se habla de reencarnación en la que una misma entidad ha vivido diversas experiencias, querría decir que su Yo total está experimentando simultáneamente esas experiencias a través de sus diferentes personalidades en los distintos momentos históricos. Cuando se perciben esas otras vidas bajo hipnosis o en meditación probablemente es porque se está haciendo contacto con el Yo total. Podríamos imaginarlo como la cabeza de un pulpo al que llegan las múltiples vivencias que se absorben por los diferentes tentáculos, las cuales es su voluntad vivenciar para experimentar en su totalidad la experiencia de la ilusión del mundo físico.
            
Por los diversos tentáculos o personalidades del Yo total se entiende que el ser individualizado se desdobla en varias personalidades simultáneamente, las cuales son él mismo, para aprender y experimentar todo lo que ese mundo ofrece. Cuando se ha  agotado el interés por el plano tridimensional el Yo total se retrae a la siguiente dimensión donde va a seguir vivenciando lo que éste ofrece y así sucesivamente, va recogiendo sus diferentes personalidades hasta convertirse de nuevo en lo que era en un principio, luz que se reintegrará a la fuente donde se originó.
Este proceso no se debe considerar en términos de tiempo sino de movimiento, ya que El Creador se mueve y expande continuamente expresándose a través de sus criaturas, cómo el gran director que es de ese maravilloso concierto de la creación 
Siempre está presente el orden divino que emana de El y aún en la gran ilusión del mundo físico todo lo que acontece tiene un propósito de orden y armonía. Si a veces aparenta la vida ser inarmónica, necesariamente hay un trasfondo que llevará de nuevo al equilibrio. Las conciencias individualizadas que son los seres humanos desean experimentar lo desarmónico, es decir, la desunión, el no amor pero entonces se pone en marcha el orden divino que se encarga de restablecer el equilibrio y la armonía universal. Este orden divino es lo que se entiende por karma.
            
Se dice que la reencarnación no existe cómo sucesión de experiencias en diferentes cuerpos y personalidades. Si nos enfocamos a este tema con la conciencia de no tiempo y no espacio en efecto no existe pero ¿ Cómo podemos comprender este concepto mientras se está inmerso en el plano donde rige el espacio‑tiempo? Es como pedirle a una hormiga que contemple todo el paisaje desde el suelo.
Se necesitaría entender que todo es al mismo tiempo y que la misma entidad está experimentando las diferentes personalidades en una misma línea de vida es decir, que se es la misma entidad con una diferente personalidad según la experiencia que se necesita vivir para aprender las diferentes virtudes que nos acercan a Dios.
Entonces, cómo se pueden conjugar la reencarnación como sucesión de hechos con las diferentes experiencias del ser que tienen lugar simultáneamente.
            
Si tomamos el hecho de que  encarnamos en un cuerpo de tercera dimensión y aceptamos de antemano la experiencia que vamos a vivenciar para nuestra apertura de conciencia, esto implica el concepto tiempo, ya que una cosa precede a la otra. En cierta forma es así, puesto que se necesita de un proceso para volver a recuperar la conciencia cósmica. Se habla de involución y evolución, de emanación y absorción de la energía divina, de alejarse de la Conciencia Universal y reunificarse a Ella; en todo esto está implícito el factor tiempo, entonces ¿Cómo puede ser todo simultáneo?
            
Se entiende la simultaneidad como movimiento y éste en la eternidad es como un contínuo presente porque el pasado sigue existiendo de la misma manera que el futuro está ya determinado. Esto no es igual a determinismo porque existe como probabilidad y es nuestra decisión la que hace que las circunstancias se inclinen hacia  un lado u otro. Es decir, que si ante un hecho nosotros tomamos una decisión x , ésta producirá el efecto que ya existe como una probabilidad, pero si hubiésemos optado por su contrario, habría  acarreado el otro efecto que ya está determinado como posibilidad.
            
Esto no es fácil de entender, sin embargo se tiene que comprender que no somos marionetas, que nuestro libre albedrío es un don divino que ejercemos contínuamente.  La vida es como un tejido que si optamos por un camino se van entretejiendo los resultados de esa decisión, los cuales finalmente llevarán a la armonía siguiendo caminos más o menos cortos o directos. Todo esto implica sucesión de vidas en nuestra conciencia tridimensional, aunque se trate de un Yo total que toma sus diferentes experiencias a través de sus diversas personalidades, como en el ejemplo del pulpo con varios tentáculos. Si un tentáculo crea desarmonía, otro al mismo tiempo la contrarresta a través de otra vivencia.
            
Mientras se está inmerso en la materia física no se puede llegar a la comprensión total de estos conceptos tan abstractos, no obstante se pueden intuír y nos dan la idea de la intemporalidad y la impermanencia de la vida.
Incluimos un texto de los maestros.
Al ser individuos, es decir, al habersenos dado la individualidad, no quiere decir que estemos separados de los demás sino que tenemos cada uno diferente misión y propósito, como en el cuerpo humano cada célula tiene su función para el perfecto funcionamiento del mismo.
Nuestra función es abrir la conciencia de los que todavía están dormidos y al mismo tiempo abrirla nosotros mismos. Vamos en el camino de regreso que nos llevará a la Fuente de donde nos originamos y en ese camino hay varias etapas. Nos encontramos en la primera que es el mundo físico del cual tenemos que salir con nuestro propio esfuerzo.
En el largo camino de la evolución, los que hemos querido incursionar en la sombra tenemos que vivir múltiples experiencias que nos hagan comprender por donde se encuentra la salida. En cad experiencia aprendemos diferentes cosas y cuando la acabamos podemos juzgar los aciertos y los errores lo cual nos prepara para otra experiencia.
No entienden cómo si todo es simultáneo nos preparamos para una nueva vida en el mundo físico. Entre cada vida en el mundo tridimensional existe un lapso en el que el Yo superior escoge en donde va a efectuar su próxima experiencia, con quién y en qué momento histórico. No es posible entender esto cuando se está en el tiempo lineal pero es así, las diferentes personalidades en las que se desdobla el individuo se compensan unas a otras hasta obtener el equilibrio que se perdió al entrar en la oscuridad.
CONCEPTO DE REENCARNACION EN LA TERCERA DIMENSION
Puesto que con nuestra conciencia tridimensional no alcanzamos a comprender la simultaneidad y para entender el proceso de evolución, hablaremos de la reencarnación como una sucesión de experiencias en el tiempo.
            
En virtud de que ha sido nuestra voluntad expresarnos en el mundo de la materia, para conocer y dominar todo lo que este mundo ofrece se necesitarán experimentar múltiples vivencias. Estas nos harán ejercitar nuestra capacidad creativa y están diseñadas para crecer y aprender a amar, a desapegarnos del plano físico, a ser humildes y en fin, a adquirir todas aquellas virtudes que nos llevarán a manifestar nuestra esencia.
            
Al llegar al plano de la materia física es como si crearamos el escenario de una pieza teatral en la que deseamos ser los actores. Es ahí donde el concepto ilusorio toma sentido ya que únicamente se trata de una experiencia creativa de los seres que habitan el mundo físico. Así el Creador se manifiesta a través de sus creaturas pero guardándose siempre la dirección de la pieza teatral para que no se convierta en caos a través de la ley causa‑efecto.
            
Necesita el ser humano de muchas y muy variadas experiencias para elevar su nivel de conciencia que se encuentra dormida después de su inmersión en el plano físico. En él se involucra en toda clase de distracciones; aparece el ego que en un principio le es necesario para afirmar su individualidad pero que a la larga confunde con separatividad. Es entonces cuando comienza a actuar en forma discordante, creando las distorsiones que se convertirán en enfermedades del alma y que son difíciles de curar. Esas toxinas espirituales sólo se expulsan a través de enfermedades manifestadas en el cuerpo físico y que el dolor que producen hace que se disuelvan o con la comprensión del error, con la toma de conciencia del patrón  patológico y por ende, su curación.
            
En muchos casos se necesita de fuertes estímulos de dolor para tomar conciencia de lo erroneo de nuestras actitudes. Repetir una y otra vez las mismas no es grave ya que entre más elaborada sea la actitud distorsionada más profundamente se hunde el individuo y esto mismo lo llevará a reaccionar en un momento dado.Se da a cada quien las oportunidades necesarias para enderezar el cauce de su vida. En cada experiencia en el mundo físico se tienen diferentes opciones. Si se elige el camino que nos sumerge de nuevo en la vida distorsionada, se encontrará más adelante otra circunstancia que nos ayude en la curación de esa distorsión. Estos vicios de actitud frecuentemente pasan de una vida a otra y a veces es necesario caer hasta el fondo para que esa misma enfermedad nos haga reaccionar.
            
Mientras se está encarnado es muy difícil darse cuenta de nuestras distorsiones pero una vez desprovistos de la envoltura corporal se ve claramente lo que está enfermo y en función de esto se elige la nueva experiencia con el fin de obtener la curación.
            
Pasar el exámen significa salir victorioso de las actitudes que nos tienen atados al plano terrestre y se logra en la medida en que nos desapeguemos de nuestros deseos egoístas. Mientras sigamos ocupados en sobresalir, poseer y controlar nos será difícil pasar el exámen final en virtud de que la vibración del plano físico nos atraerá irremediablemente a volver a él. Nuestra meta debe de ser la felicidad para la que fuimos creados, la cual se obtiene viviendo en armonía con el infinito.
            
En todas las experiencias por las que pasamos a lo largo de nuestras incontables reencarnaciones está presente el libre albedrío. Antes de iniciar una nueva experiencia en el plano físico es cuando más lo ejercitamos, estableciéndo la circunstancias requeridas para desarrollar las tareas que nos hemos fijado.
            
Se eligen de antemano las condiciones ideonas para lograr nuestra meta de aprendizaje, el vehículo físico y aún las personas con la cuales vamos a convivir. Estas últimas pueden ser seleccionadas por tener vínculos con ellas en experiencias anteriores durante existencias previas, ya sea porque se tienen asuntos pendientes o porque se desea trabajar en conjunto con ellas. La doctora Helen Wambach ha investigado numerosos casos que a través de la hipnósis revivieron los momentos antes de encarnar. 
 
La vida en el mundo espiritual es la verdadera y no se comprende esto mientras se está inmerso en la materia física. Se toman experiencias en la Tierra para evolucionar y obtener sabiduría pero es ahí donde se vive de verdad.
            
 Damos aquí un pequeño mensaje de los que nos han precedido en el proceso evolutivo, que dice como sigue:
            
Nosotros hemos voluntariamente bajado al mundo físico a experimentar con lo material, pero nos involucramos de tal manera con esa experiencia, que olvidamos nuestra verdadera identidad divina y nuestra mente se queda atrapada en el plano tridimensional.
            
Nuestro pensamiento ilimitado se convirtió en limitado, encarcelándonos voluntariamente en la limitación de la materia física. Lo que nos queda por hacer es tomar conciencia de nuestra divinidad y deshacernos cada vez más de nuestra manera de pensar limitada. Esto se obtiene meditando y desapegándose de este plano en el que nuestro corazón está atrapado.
            
¿Por qué no podemos desapegarnos de nuestros deseos de poder, de sobresalir, de reconocimiento? ¿Por qué no podemos desidentificarnos con nuestro cuerpo, nuestra familia, nuestra posición, nuestras pertenencias? Todo esto nos ata a esta limitación de la materia física y nos hace volver a ella una y otra vez.
            
Se está dando ahora la oportunidad del cambio, el momento idoneo para abrir nuestra conciencia hacia lo que realmente somos, hacia la liberación de nuestra limitación provocada por nuestro pensamiento que sólo está enfocado a este plano.

Nuevamente les decimos sus hermanos mayores que ya nos hemos liberado, que no es difícil, sólo se tiene que enfocar la atención en lo ilimitado dejando atrás ese plano del mundo físico en el que ya se agotó todo lo experimentable.Casi todos han pasado por todas las experiencias que ese mundo ofrece: poder, dolor, enfermedad, gozo, riqueza, miseria, inteligencia, tontería, todas ellas con el objeto de estimular su creatividad, puesto que este mundo ha sido creado por nosotros y su verdadero objetivo que fue el de dar gloria al Creador, ya se obtuvo. Ahora nos toca dejarlo atrás, pasar al siguiente plano de conciencia donde nuestra creatividad encontrará motivaciones más elevadas.
            
Nuestra ayuda se hará cada día más patente, volveremos a ver dolor y angustia en el mundo, pero esos estímulos son necesarios para que se logre el desapego de ese plano. Una nueva era se avecina en donde la humanidad dará un paso adelante en su evolución.
El Creador sea con ustedes.


 
 
La Divinidad nos bendice siempre.
La Divinidad es en nosotros/as
Somos la Divinidad
Somos Uno 
 
Byron Picado Molina
SOCIEDAD BIOSÓFICA NICARAGUA (SBN)
Helena Petrowna Blavastky
"La Espiritualidad más expandida es el AMOR en VERDAD iluminado 
con Valores aplicados"
Estelí,Nicaragua.
América Central
 
 
 

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( Red Estelí Cultural) 


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