Erotismo
y misticismo en Tersa fragancia
Tanto el sexo ejercido como literatura, |
Ha vivido
amando y necesita contar los pormenores del amor como esencia vital del mundo. No
basta con cantar el amor, hay que contarlo; dar fe de él. ¿Qué nos cuenta? ¿De
qué nos da fe? Creo entender que nos invita a pensar que el amor existe y es
real, sexual y erótico y que apela al mundo y su cotidianidad.
La poesía dice Octavio Paz, es “locura, éxtasis,
logos. Regreso a la infancia, coito,
nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Juego, trabajo,
actividad ascética. Confesión. Experiencia innata. Visión, música, símbolo…
pura e impura, sagrada y maldita, colectiva y personal, desnuda y vestida… el
poema es una careta que oculta el vacío”. (Paz: 1993, 15)
Locura,
éxtasis, coito, actividad ascética o mística, todos estos términos se
encuentran en el reciente poemario de Byron Picado, Tersa fragancia, editado en Madrid, 2011. El poemario consta de
veinticinco poemas de amor erótico, en clara alusión a los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda.
Excepto que Picado Molina obvió, por razones muy personales, la “canción
desesperada”, que él llama Canción alborotada y que queda pendiente…
En una
primera lectura, resalta el erotismo de los poemas, que sorprenden desde el
inicio, con explosiones de retumbos y rayos. Cuando se emplea el término
erotismo, conviene que recordar que Eros, para los griegos, era el dios del
amor. De allí deviene el vocablo erótico para lo referido al amor e incluso, al
deseo de tipo sexual, de manera que el término erotismo
connota y denota lo relacionado con la sexualidad,
tanto en relación al mero acto sexual de desarrollo carnal como a sus
proyecciones.
La Poesía
erótica es muy antigua y se remonta a los libros sagrados, debido a que el
hinduismo relaciona la práctica sexual sagrada con prácticas religiosas. En los
templos hindúes pueden apreciarse bellas imágenes talladas en piedra, con
imágenes en posiciones eróticas muy sugerentes. En la Biblia abundan las descripciones y relatos eróticos, pero el más
famoso es El Cantar de los cantares, atribuido
a Salomón. En su traducción más conservadora, (Teodoro de Reyna) se dice que es
el diálogo entre El Esposo (Cristo) y la Esposa (la Iglesia). El poeta Fray Luis de León realizó una
traducción de este cantar del latín a la Vulgata, lo cual le costó cinco años
de cárcel, que demuestra la actitud represiva del clero antes estas expresiones
amatorias. Son numerosos los diálogos
que connotan el amor erótico, pero el más conocido es el que dice: “Que
amorosas son tus caricias, / hermana
mía, novia mía, que delicioso es tu amor…! / Si es mucho mejor que el vino/ Y
el olor de tus perfúmenes/… Los labios de mi novia destilan pura miel; debajo
de tu lengua se encuentra leche y miel…”
En la antigüedad clásica griega, fue famosa la
poetisa Safo, por sus versos de tono erótico en los que exalta el amor lésbico.
La literatura española tiene variados referentes de poesía amorosa, que en el
contexto en que se escribieron resultan bastante osados como El
libro del buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, (Mester de Clerecía)
en su “Elogio a la mujer pequeña”, dice: “para mujer pequeña no hay comparación:
/ terrenal paraíso y gran consolación, / recreo y alegría, placer y bendición,
/ mejor es en la prueba que en la salutación”.
Adentrándose en el siglo XV
destaca La Celestina atribuida a
Gonzalo de Rojas, es una tragicomedia osada en la que se relatan los amores de
Calixto y Melibea, con descripciones claramente eróticas. Profundos debates se
han originado en torno a la poesía mística de san Juan de la Cruz, con poemas
que en un sentido literal, están inmersos en el mas puro erotismo, pero que en
su interpretación clásica es la “unyo”
mística del alma con Cristo: “Oh noche que juntaste/ Amado con Amada, / Amada
en el Amado transformada!/ … Quedéme y olvidéme,/ el rostro recliné sobre el
Amado; cesó todo, y dejéme…”
Octavio Paz señala que existe un origen común entre el amor y la religión
y la poesía: “La experiencia poética como la religiosa es un salto mortal: un
cambiar la naturaleza que es también un regreso a nuestra naturaleza original”
(Paz: 1993, 137) Para él, en el amor y el erotismo existe un vínculo entre el
poeta y su objeto, entre el amante y la amada, y que la comunicación que se
logra alcanzar entre ellos es semejante a la comunión religiosa, al éxtasis:
En toda experiencia de lo sagrado
se da un elemento que no es temerario llamar ´sublime`, en el sentido kantiano
de la palabra. Y a la inversa: en lo sublime hay siempre un temblor, un
malestar, un pasmo y ahogo, que delatan la presencia de lo desconocido e
inconmensurable, rasgos del horror divino. Otro tanto puede decirse del amor:
la sexualidad se manifiesta en la experiencia de lo sagrado con terrible
potencia; y éste en la vida erótica: todo amor es una revelación, un
sacudimiento quehacer temblar los cimientos del yo y nos lleva a proferir
palabras que no son muy distintas de las que emplea el místico. En la creación
poética pasa algo parecido: ausencia y presencia, silencio y palabra, vacío y
plenitud son estados poéticos como religiosos y amorosos. (Paz: 1998, 141)
Tanto el poeta como el místico buscan comunicarse con una alteridad:
Dios, el cosmos, la amada... Por medio de la revelación el místico persigue
revelar un misterio de la divinidad, crea teofanías y ritos, el poeta crea
ritmos e imágenes con el objetivo de revelar el amor. La palabra en el caso del
místico es interpretativa, dogmática, en cambio para el poeta es creativa. El
poeta y el místico buscan una comunicación/comunión con la alteridad, mediante
el éxtasis y la sublimación; gracias al lenguaje ambos persiguen un encuentro
amoroso con el ser amado -llámese Dios o la amada.
En ámbito del pensamiento teológico, y en la práctica literaria
también, el misticismo surgió como un estado del espíritu que pretendía
aproximarse a la divinidad desde la experiencia humana hasta alcanzar un grado
de perfección religiosa denominada éxtasis, al lograr la unión del alma con
Dios:
El misticismo es esencialmente la
tentativa de sacar el yo de los límites de la naturaleza humana,
transportándolo a un nuevo plano en el que toda oposición entre el yo y el
mundo, el hombre y la realidad, toda oposición espacial y temporal, ceden ante
un sentimiento de la divinidad que trasciende inteligencia, voluntad y
sentimiento individual. Su aspecto más visible, en todas las religiones, viene
dado, efectivamente, por la aspiración al éxtasis, en el que el yo está, o cree
estar ajeno de sí mismo. (Bertín: 1967, 39)
Mediante el éxtasis los místicos se despojaban de todo raciocinio y
suspendían sus facultades sensibles con tal desentrañar los misterios Dios y
entablar una comunicación entre el alma y la divinidad; aunque los misterios de
la divinidad no han podido esclarecerse fácilmente puesto que son secretos que
se aceptan como dogma, por tanto, no hay discusión posible.
La mística, es entendida entonces como la expresión literaria de la
experiencia alcanzada en el misticismo. En el campo de la literatura española
la mística fundó una escuela teológica y literaria sumamente importante en las
letras hispánicas, de la cual son el Beato Juan de Ávila, San Pedro de
Alcántara, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Jerónimo Gracián,
son algunos de los presentantes que llevaron el misticismo al plano de la
producción literaria e intentaron -a veces fallidamente- revelar los secretos y
misterios de la divinidad mediante la palabra.
Se observa que la sexualidad es entendida entonces, en tanto una
poética corporal y el lenguaje, una erótica verbal ya que para Octavio Paz el
acto poético es ritmo y metáfora mientras que el acto erótico es rito y
ceremonia. De acuerdo con este escritor, el erotismo trasciende la sexualidad y
produce el amor y, por su parte, la poesía trasciende el lenguaje y produce el
poema. Hacia el final de cada una de estas vías el lenguaje roza el erotismo y
la sexualidad la poética porque, en este sentido, el lenguaje deviene en una
erótica verbal y la sexualidad en una poética corporal.
Tersa
fragancia está conformada por versos que devienen en un
erotismo verbal, pero es un erotismo que busca el éxtasis divino. Véanse estos
versos:
Tu eres la causa
de que estemos candentes
y vayamos orgasmo tras orgasmo
en ondas expandidas de placer
…
Tu eres la gran causa
de efectos expandidos.
Como señala Bajtin, hay que leer lo no dicho, interpretar los
silencios para comprender que significan esos efectos expandidos. Cuando el
amor es pleno y desborda, se está expandiendo el corazón. Entonces somos
capaces de amar incondicionalmente y ese amor incondicional deviene en el amor
místico, amor que unifica y se es uno con la divinidad.
Al leer el poema “En académicos parajes” no he podido evitar la
evocación del poema de Salomón: dame la
miel y leche que hay bajo tu lengua.
Picado dice:
“Mira mi afilada lengua/ no, mejor siéntela en ti/ …
Es incansable lengua … para hacer lindos versos/ dentro tuyo”.
Nuevamente se encuentra la alusión al erotismo insinuado por el roce
de la lengua, pero en este caso, el poeta es más explícito al señalar que hará
“lindos versos”, es decir, la palabra como acto de amor, la intimidad del ser
habitando al otro, por medio del verbo.
Sobre la relación manifiesta entre el misticismo y la poesía, en un
texto publicado posteriormente en el año
1957, Las peras del olmo, el ensayista y poeta Octavio Paz enunciaba lo
siguiente al respecto del lenguaje como objeto y la comunicación en tanto
proceso en la mística y la poesía:
Ahora bien, la operación poética ¿es una actividad
mágica o religiosa? Ni lo uno ni lo otro. La poesía es irreductible a cualquier
otra experiencia. Pero el espíritu que la expresa, los medios de que se vale,
su origen y su fin, muy bien pueden ser mágicos o religiosos. La actitud ante
lo sagrado cristaliza en el ruego, en la oración, y su más profunda
manifestación es el éxtasis místico: el entregarse a lo absoluto y confundirse
con Dios. La religión -en este sentido- es diálogo, relación amorosa con el
Creador. También el poeta lírico entabla un diálogo con el mundo; en ese
diálogo hay dos situaciones extremas: una, de soledad; otra, de comunión. El
poeta siempre intenta comulgar, unirse (reunirse, mejor dicho), con su
objeto: su propia alma, la amada, Dios, la naturaleza... La poesía mueve al
poeta hacia lo desconocido. Y la poesía lírica, que principia como un íntimo
deslumbramiento, termina en la comunión o en la blasfemia. No importa que el
poeta se sirva de la magia de las palabras, del hechizo del lenguaje, para
solicitar a su objeto…(Paz:
1993, 156)
En los versos de Tersa fragancia hay un constante
deseo de esa unión o comunión con la mujer amada. En el poema “Líricos sueños”,
el poeta expresa: “forjamos miles de mundos nuevos/ y hacemos el amor/ siendo
el amor”. En estos breves versos se encierra todo un mundo cosmogónico, como si
fuese la pareja primigenia que crea el mundo, pero en este caso, es un mundo
nuevo, y acá retomamos lo expuesto por el teórico Bajtin, en cuanto a la
metodología del análisis de un texto: leer entre líneas, los silencios, lo no
dicho. ¿Cuál es ese mundo nuevo del que habla el poeta?
Entonces, al leer entre líneas se puede inferir ese
mundo ideal donde prive el amor, la armonía, la equidad, en fin, esa tierra
prometida, esa era de paz, que todos esperamos. Porque es preciso señalar que
el poeta es un soñador y así lo manifiesta cuando dice: “Me dispongo a
escribir/ y hago poco,/ me quedo soñando”, porque es tan hermoso soñar y visualizar ese
mundo nuevo donde no exista el hambre, el abuso ni la injusticia.
El deseo de la fusión, del que habla Paz, es
reiterativo, machacón, porque en natural que el hombre busque fusionarse con lo
femenino, en busca de las energías de que carece: “La atracción y deseos/
forjan tersa ilusión/ de unir boca con boca,/ la pasión con pasión/ y hacer
fuegos”. Pero, ¿de que fuegos habla? Será encender la chispa divina mediante la
unión, quizás tántrica, de la pareja, que logra realmente un momento de amor
místico, en el que realmente, se logra la común-unión con Dios. Esta experiencia
es posible solo mediante una práctica espiritualista que atraviesa la
experiencia del poeta.
Léase
el poema “Cosmostizaje mañanero”:
Aquí estoy, dispuesto a la fusión nuclear,
a la íntima conjugación de voluntades
hasta formar espasmos líricos
en tus ocultos cielos.
Desato la música en tu piel
y abro tus senderos
con mi tacto sutil,
elixir derramado.
Desnudo recorro tus estrellas
y pongo sobre tus íes,
ramilletes de luz,
dulzuras plenas.
Se abren tus corolas, galaxias del amor.
Este poema es una constante alegoría, hasta el punto
que no se sabe si la fusión es con la amada o con la tierra, pues hay un
lenguaje figurado, con expresiones de gran belleza estética y llenas de
connotaciones sutiles de un alto erotismo, en esa insistente alusión al deseo
de fusionarse con la mujer amada.
“Bellos Zenderos” es otro poema en el que poeta
juega con ese lenguaje que se insinúa, pero que es preciso desentrañar con
destreza, y en versos que mantienen ese tono místico, de la búsqueda del alma,
no solo la unión corporal: “en cenagosos culebreos del alma,/ llego a tus altas cimas … Tibetano
callado,/ en gran meditación/ te digo te amo”. Cenagosos culebreos alude a la
ascensión de la energía, que según los hindúes, yace en el centro básico, (el
kundalini) como una serpiente enroscada y cuando despierta, sube en espiral,
hasta la corona, con lo cual se logra el samadhi o la iluminación. Zenderos,
alude al Zen, doctrina filosófica que hace de la meditación y el silencio, la
forma de encontrarse con la divinidad.
Es la idea que se enfatiza en “Tersas honduras”:
Saquemos chisperíos a este bello día/ poesía/ zenxualidad sagrada”. En clara
alusión al sexo sagrado o tantrismo, como práctica para fusionarse con la
divinidad.
Es pues, Tersas fragancias un poemario que se
inserta en la literatura erótica, pero dándole otra connotación, es decir, además de la sexualidad como fuente de
placer, la fusión de
dos seres que se aman, pero ansían alcanzar la unidad total, con Dios, mediante
la práctica de la sexualidad sagrada, tan antigua como la humanidad. Es un
poemario para reflexionar, para gozar el amor y comprender que somos
espirituales, pero aún habitamos el cuerpo carnal con sus necesidades y deseos,
y el eros, el amor, es una necesidad básica del ser humano. Poemario original,
diferente, osado, plagado de lenguaje metafórico y lírico, aunque sencillo y
coloquial.
Managua, abril,
12. 2012.
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