Poesía del Dr. Samuel Meza Briones




Samuel Meza Briones. Nace en Estelí, Nicaragua 2 de junio de 1867.
Fallece en Matagalpa, Nicaragua 2 de junio de 1930.
Abogado y poeta.
Poesías del Dr. Samuel Meza Briones
Del libro "Poesía",  publicado en 1947.

Estelí

Allá se yergue altiva la tierra del diamante
la que en el 29 me vio cuando nací
la tierra del trabajo del corazón gigante.
II
Tierra de bendiciones por múltiple belleza
que reina en tus contornos el pino y el ciprés;
mesetas gigantescas que la naturaleza
ha adornado en jaragua para tu sana res.
III
Orquídeas y heliotropos perfuman tus montañas
de humedecidas tierras hasta en el mes de abril,
donde todos quisieran sacar de tus entrañas
un manojo de versos y hablar de tu perfil.
IV
Sonríen las montañas tranquilas en tu ambiente
ornamentos de brumas te consagran su altar
ya la cima del febo, allá en Moropotente
empieza sus armiños lentamente a esfumar.
V
Allá en el sureste tu regio centinela
se convierte en la fuente divina del ideal
en el fantasmagórico salto de la Estanzuela
cual su cometa enorme de plata y de cristal.
VI
Donde llegan los novios a contarse sus ansias
al compás de las notas del líquido crespón
se besan y acompasan las raras consonancias
que prodigan los ecos en su bello rincón.
VII
Vamos a tus jardines do levantan las rosas
esparciendo perfumes de impoluta fragancia
emblema de tus bellas mujeres voluptuosas
perfumadas cual reina de belleza de Francia.
VIII
Oh tierra de diamantes, como así te han llamado
por las cosas preciosas que se esconden en ti
muy pocos te comprenden, casi no te han cantado
pocos dicen de veras; yo conozco Estelí.
IX
Allí está la vetusta parroquia del Rosario
con su bella matrona en el altar mayor
donde todo esteliano con su devocionario
rinde culto a la madre de nuestro redentor.
Recibe tierra mía, mi versos cual tributo,
homenaje sincero con vehemente fervor;
yo no se describirte ; mas como soy tu fruto
nada mejor que darte mis canciones de amor.
Samuel Meza Briones 1923

Historia antigua

Cuéntase que el rey Filipo
de Macedonia llevaba
un paje que le decía
tres veces cada semana:
Acuérdate que eres hombre
y has de volver a la nada.
Cuantos debieron tener
pajes como aquel monarca,
que les dijera: Tiranos,
que oprobio sois de la patria,
no olvidéis que os elevaron
los vientos de las borrascas.

Bocetos
Oriundo de no se donde,
Vino aquí, yo no se cuando
Y aunque no sabe ni jota,
Mira a todos de soslayo;
Alterna con los de arriba
Y desprecia a los de abajo,
Y habla y decide de todo
Quedándose muy ufano
Con los mil y un desatinos
Que nos suelta a cada rato.

Ayer y hoy
I
Mis ojos eran negros igual que mis cabellos,
mi amada era princesa de un castillo feudal
y tenia unos labios divinamente bellos,
dulces como panales para libar en ellos,
tal una mariposa las miles de un rosal.
II
Mas perdieron mis ojos su fulgurante brillo,
mis oscuros cabellos la nieve emblanqueció:
no hay princesa encantada dentro del feudal castillo,
Ni puente levadizo; solo hay ruinas y hastío
allí do la esperanza su epitafio grabó.

Saeta
I
Aquel de vosotros que esté sin pecado
que tire la piedra, les dijo Jesús,
y todos callaron y a ocultar se fueron
allá entre las sombras su falsa virtud.
II
¡Oh los fariseos , rígidos y austeros
que , en medio del cieno, fingen santidad,
muertos de tristeza por el bien ajeno
un ojo implacable los mira pasar!

No lo diré

Para José María Espinosa

¡No lo diré! Que solo dios lo sabe
y la luz de la luna,
que nos bañó con su fulgor divino
la noche aquella , misteriosa y muda.
¡No lo diré! Mas cuando caiga inerte
ve a visitar a mi solitaria tumba,
y pregunta a las zarzas que allí crezcan
si aun tu recuerdo el corazón me punza.

Abrojos
La fiebre me consumía
y me preguntó el doctor:
¿Tiene miedo de morirse?
-       Y le respondí que no:
Vida o muerte para mí,
dos cosas iguales son,
pues sé que habré de llevar
mañana y siempre, como hoy,
dentro del pecho el cadáver,
de mi muerto corazón.


Nocturno

 

Alma mía, silencio. Deja que tienda el vuelo

la errante golondrina por el azul del cielo;

que su alero desprecie, que abandone su nido

donde sangrando queda mi corazón herido.

 

No importa que se aleje. Sé que es fatal mi estrella,

mas postrado en la brega, no he de seguir su huella,

y a vernos volveremos, Talvez cuando la muerte

la llame y Dios le diga: ¿Qué hiciste de su suerte?

 

Por áspero sendero. Cubierto de malezas,

voy cruzando la oscura noche de mis tristezas,

semejante al proscrito de la sacra leyenda

¡que no tiene ni sabe dónde plantar su tienda!

 

¡Mas, silencio, alma mía! ¡Ni siquiera un reproche!

¿No oyes el canto trágico del ave de la noche?

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La Divinidad nos bendice siempre.
La Divinidad es en nosotros/as
Somos la Divinidad
Somos Uno 
Byron Picado Molina