Leonel Rugama: ¿un clásico o sólo un poeta guerrillero?
Edwin Sánchez | esanchez@elnuevodiario.com.ni
El poema, ¿tendrá un final de papel decorativo
o se escribió para salirse de la página y liberar vidas y producir
acontecimientos? Ésta fue una de mis preguntas cuando leí la antología
preparada a conciencia por Julio Valle-Castillo y advertí la esencia de un
creador que reconocía a otros creadores, y entre ellos, Leonel Rugama.
LR colocado por el antólogo Julio en las páginas del "exteriorismo popular
y un coloquialismo agitativo" del tercer tomo de "El siglo de la
poesía en Nicaragua", nos plantea a los lectores un dictamen sobre este
juicio: ¿nos quedará Leonel como un clásico o pereció también su breve obra
junto al tramo rebelde de nuestra historia política? Yo no lo veo así, pero
otros podrían atestiguar en su contra, por eso, preferiría considerarlo como un
sospechoso de válida eternidad.
Fue en los Martes de Lectura, en la Biblioteca Nacional Roberto Incer,
promovidos por Banco Uno, que surgió, entre otros, el nombre de Leonel Rugama
dentro de los cientos de páginas de la antología. Los asistentes se interesaron
por varios nombres, incluso por los no-nombres, es decir, aquellos que no
fueron incluidos en esta antología. No sale por ejemplo Leonel Calderón, pero
sale Edwin Castro con un solo poema.
Ahora quiero ver al poeta subversivo a través de un caleidoscopio. Verlo con
las palabras del académico y poeta, Julio el antólogo, y con todas las armas y
letras de un ex guerrillero, Tomás Borge. Hoy, además, me he permitido contar
con la visión de una crítica literaria y creadora, Isolda Rodríguez.
Borge logró crear una prosa poética, que en los años de la revolución en el
poder era elogiada. Después nadie quiso acordarse de lo que Eduardo Galeano
dijo de "La Paciente Impaciencia": "de las obras presentadas, es
la mejor de las mejores". "Calidad literaria" encontró en la
escritura Mario Benedetti.
Julio, académico y poeta, dijo el primer Martes de Lecturas que no era
político, y que la poesía reunida en tres voluminosos tomos es la que lo
deslumbró. Es decir, si usted encuentra a poetas --magníficos además-- como
Anastasio Lovo y Erwin Silva y el mismo Iván Uriarte es porque sus creaciones
lo deslumbraron. Si uno no encuentra a los que uno pudiera suponer es porque no
lo deslumbraron. Él lo escribe así: no lograron redondear un mundo poético.
Pero antes de entrar con Tomás y Julio percibí que la escritora Isolda
Rodríguez no parece tan deslumbrada con la poesía de Rugama. "Siento que
la poesía de LR obedece al momento". Si a un joven de ahora se le dice
"Porque los héroes nunca dijeron / que morían por la patria, / sino que
murieron", (1969), según Isolda, no le significará nada. "Hoy se
puede leer sus poemas y no dice tanto lo que podía decir en los años 70".
A mí me sigue cautivando el impresionante fresco verbal titulado "Como los
santos". Isolda me dijo en uno de esos martes que para que un texto
literario alcance la categoría de clásico, que permanezca, siempre debe decir
algo: sea por la belleza de la expresión, por su contenido.
El mural literario de Leonel, porque las palabras también pintan, puede ser tan
clásico y supremo como las mismas obras de Rivera. El texto seguirá, a mi modo
de ver, hablando a la gente, no importa si en el siglo pasado o en el de ahora.
"Ahora quiero hablar con ustedes/ o mejor dicho/ ahora estoy hablando/ con
ustedes".
Pienso que LR fue uno de esos deslumbres que realmente iluminan el cielo de la
poesía nacional. Julio lo valora como exteriorismo popular. Pero hay otras
valoraciones: la influencia en la vida, es decir el arte para transformar, no
sólo para deleitar. Ética y estética.
Tomás dice: "Yo creo que el sacrificio de este joven singular influyó para
que la casi totalidad de los poetas y escritores nicaragüenses se sumaran a la
revolución. Tenía aureola de miope y de místico".
Aunque si hay un exteriorismo coloquial, debe haber, entonces, otro: el culto.
El trabajo de Rugama es singular. Me gusta más su mundo. Julio señala que este
tipo de creaciones, por su estilo, "a veces es cortado". Sin embargo,
no hay en otra poesía lo que en él encontramos. Además de esa forma de contar,
hay una belleza plástica de surrealismo, aunque los versos parezcan escritos
más para hablarlos que leerlo. Y esto me pasó con un poema de Fernando Silva,
acusado como si fuera un delito de ser poeta hablado, casi en la línea del
poeta armado que fue Rugama.
Escribe, o dice, o silva Fernando: Entra el viento /sonámbulo. /Viene el viento
en los carrizales/ quebrándose los huesos/. Viene el viento /loco. /Viene el
viento en el camino/ chiflado como un perro./ Viene el viento.
Para cualquiera esto podría pasar inadvertido. Hasta podría cuestionar: ¿Y eso
es poesía? Mas el poeta nos encarna lo abstracto y nos lo presenta como un
hecho tangible. Pablo Antonio Cuadra hasta vio, a través de esas ráfagas
silvadas, a un "pequeño dios transparente y ebrio del olimpo
náhualt". (El pez y la Serpiente. Invierno de 1975).
Hay un verso que no está en la antología de Julio, pero es, ocupando su
término, deslumbrante. De nuevo aparece no uno, sino varios perros. Esta vez no
van chiflados, o a lo mejor sí, porque:
"Los perros pasan a mear los postes de luz...".
Orinar la luz. O, un poste hecho de
iluminación.
El antologista hace un balance donde pone de
lado su admiración por el joven guerrillero y retoma su ejercicio crítico:
"Su coloquialismo, es, asimismo, nicaragüense. La suya es un habla
trasmutada en poesía; pero además de la entonación alta, sin grandilocuencia ni
altisonancia vana de los oradores, da la sensación de atropellamiento, deja a
medio terminar, inconcluso, ciertos periodos de su discurso y esto es típico de
toda escritura oral. No pierde la gravedad y el rigor. Sus poemas acusan una
clara conciencia artesanal. Véanse sus antítesis y paradojas, formas artística
de emplear la dialéctica en `La Tierra es un satélite de la luna`. Poesía llena
de anécdotas, historias y personajes".
Tomás escribió: "Era y no era exteriorista, no era surrealista, pero, a
veces, lo era: Rugama era Rugama".
Isolda me dijo que Edwin Yllescas contaba con "una poesía exteriorista con
mayor elaboración estilística". Francisco Gutiérrez (Pancho Mambo) dijo
que si Rugama no hubiera muerto tan joven --apenas tenía 21 años-- "no
hubiese seguido escribiendo de lo que de él conocimos". Yo entendí que a
ambos no les parecía bien su poesía.
Tomás en su libro dice que "nunca se habían juntado en un solo ser, con
tanta constancia, el poeta, el joven de 20 años, el héroe, el mártir, el
revolucionario, como en Leonel".
El antologista apunta: "Una poesía no al servicio de la causa
revolucionaria, sino una revolución ella misma. Vida y poesía imbricadas,
unidas; acción y escritura, en la clandestinidad, en las casas de seguridad,
con la pluma y el revólver, por lo que la certidumbre del riesgo de morir en un
enfrentamiento, el sentimiento elegíaco están presentes a lo largo de un puñado
de poemas. De aquí que los epitafios o autoepitafios asomen con frecuencia:
Leonel Rugama /gozó de la tierra prometida/ en el mes más crudo de la siembra /
sin más alternativa que la lucha/ muy cerca de la muerte/ pero no del final.
Su lenguaje se enrumbaba a ir por un sendero inédito. Rugama escribe... lo
sugiere José Coronel Urtecho, una poesía matemática, precisa Tomás.
"Parece ser que casi toda su poesía la escribió en medio de la tormenta
política de aquellos años. Algunas palabras saltan como chispa y eso no es
casual, puesto que el poeta se había ubicado en la primera línea de
fuego", escribió el comandante sandinista en 1989. En octubre de 2006,
como a las ocho de la noche, Isolda me dice: "Leonel no tuvo la
oportunidad de tener esa continuidad (de otros poetas) para alcanzar más logros
en su escritura. Si ha vivido otro momento, seguro no hubiera seguido
escribiendo esas palabras".
Tomás acentúa: "La poesía de Leonel está sustentada en epígrafes y
alocuciones; ...sabe agitar sin caer en el panfleto ni en el mármol".
Yo creo que Rugama estuvo a punto de ser el creador de un nuevo estilo poético,
y a la hora de su muerte apenas estaba descubriéndole los ojos esquivos al sol,
sugiere el Borge crítico.
Isolda dice: "No completó su corpus literario". Mas de Borge extraigo
este hallazgo: "Díganme si no es perfecto: ` y con tu falda rala / la que
se desliza como panada de agua/ por tus caderas".
"¡Ah, si no fuera porque el martirio es más grande que la muerte, yo
hubiera salvado al poeta", dice el antiguo guerrillero de aquel muchacho
en el Capítulo 26, de "La Paciente Impaciencia". Editorial
Vanguardia, 1989.
Recuerda Tomás: "todo hombre debe respaldar con actos cada palabra que
utilice. Y en esto hay que tener mucho cuidado, escribió Leonel. Nadie duda de
que fue fiel a esta opción". De un notable poema de Pablo Antonio Cuadra,
"Mayo", 1974 se lee: El guerrillero ha puesto una emboscada/ a las
palabras que oprimen, ha derribado/ los nombres que avergüenzan".
PAC pensó en el niquinohomeño, sin recordar el linaje poético de Sandino:
"engendró a Bayo; /el esposo de Adelita/ del cual nació el Che/ que se
llama Ernesto".
http://impreso.elnuevodiario.com.ni/2006/10/21/opinion/31858
Un escrito del
poeta Juan Chow sobre Leonel Rugama.
"El 15 de enero de 1970, sin llegar a cumplir los 21 años de edad,
cayó combatiendo contra todo el ejército somocista, dentro de una casa capitalina,
junto con dos jóvenes revolucionarios, el poeta Leonel Rugama, quien viniera a
la vida en un valle de Estelí, en 1949. Fue un poeta que, evidentemente, no
tuvo tiempo para la literatura. Tomó tan en serio la vida que escogió el camino
del martirologio de los santos, para enderezar un mundo hostil; hundiéndose en
las catacumbas de la clandestinidad militante, del sandinismo revolucionario de
los años 60.
Poco o nada se
sabía de Rugama. Un poeta guerrillero era impensable; sin embargo, allí estaba
la prueba de lo que él mismo quiso demostrar: Los intelectuales socan. Para
demostrarlo, un día abandonó la protección de las catacumbas, y entrevistó a
varios de ellos, proponiéndoles conformar un Comando Guerrillero de Poetas, que
asaltaría bancos y colocaría bombas en la embajada estadounidense.
Casi todos lo
vieron como loco; sólo Beltrán Morales le confesó con seriedad que no serviría
como guerrillero, y que su papel estaba en la literatura; al punto que cuando
una mañana, en el cafetín de la UCA, Leonel le aconsejó que hiciera ejercicios
físicos; le respondió que los había comenzado, y ya levantaba una silla con una
mano, mientras levantaba realmente una silla con una mano.
Rugama creó, en
escasos veinte años, como un irónico matemático que ha sentido en carne propia
la belleza de las brasas, extraordinarios poemas como La tierra es un satélite
de la luna, Como los santos, Las casas quedaron llenas de humo y otros que lo
convierten en un caso singular de la literatura hispanoamericana...¡un raro!
Cantó, siendo uno de ellos, la moral de los héroes: Porque los héroes nunca
dijeron que morían por la patria, sino que murieron. Un verso de este aliento,
epopeyicamente homérico, es invaluable, como invaluables son varios suyos,
digamos el que afirma que los pobres no nacen por hambre y tienen hambre de
nacer para morirse de hambre.
Cuando cayó desarmado de su fusil,
hacía tiempo que estaba armado por la gracia; porque Leonel Rugama no fue un
guerrillero que se volvió poeta, antes bien, fue un poeta que se volvió
guerrillero."
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